Ya no recorren tus calles
los transeúntes del pueblo,
se han cerrado los caminos,
solo hay quietud y silencio.
Las campanas ya no tocan,
sus badajos están muertos,
el bronce se ha convertido
en óxido,con el tiempo.
Las casas de roca y cal
hogares de tus labriegos
tienen sus puertas cerradas,
sus tejados descubiertos.
Su abandono y su vejez
con el transcurso del tiempo
termina por derruirlas,
y parecen esqueletos.
Las flores se han marchitado,
ya no existe jardinero
que las riegue cuidadoso,
todos se han ido del pueblo.
Las esquilas en el prado
están guardando silencio,
sólo el grillo con sus élitros
rompe la paz de los muertos.
Ya no existen las carretas
ni tampoco el carretero,
ni las eras en las lomas
ni tampoco sopla el viento.
El riachuelo que discurre
por las afueras del pueblo,
lágrimas de soledad
vierte con gran desconsuelo.
Ya no juega con los niños,
ni riega los verdes huertos
ni el ganado de los prados
lo usan de abrevadero.
El despertar ya no existe
ya no se despierta el pueblo,
no hay gallos que alegres canten
anunciando un día nuevo.
viernes, 22 de enero de 2010
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