lunes, 1 de febrero de 2010

El volcán

La Tierra se abrió de pronto
llegado su día postrero,
y naciste vigoroso
engendrado por el fuego.

Sin médicos ni matronas
que ayuden tu nacimiento,
es el agua del océano
quien te recoge en su seno.

Pero el abrazo ofrecido
por gigante tan inmenso
convierte tu sangre ardiente
en rocas y sedimentos.

Estático submarino
vas creciendo con el tiempo,
hasta que hastiado del mar
emerges sin desaliento.

Fecundo te multiplicas
dejando prole abundante
repartida por las islas
que recuerdan tu semblante.

Has sembrado estas mis islas
con tu semilla de fuego
regada por Poseidón
en los profundos avernos.

El manto que viste hoy
la superficie del suelo,
lo fabricaron titanes
en el fondo del infierno.

Escaleras de sustratos
formados de lava ardiente
formaron las siete islas
coronadas por el Teide.

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