Corriendo por la pradera
retozando entre las matas,
salta y brinca el cervatillo,
luciendo sus pintas blancas.
Juega con los conejillos
trota con sus largas patas,
mira curioso las flores
que lucen en las retamas.
No se separa, prudente,
de su madre, que acompaña,
y terminados sus juegos
retorna a su tierna cama.
Va descubriendo, curioso,
de la pradera, su alma,
sin dejar ningún rincón
para visitar mañana.
Se acerca, muy cauteloso,
al espejo de la charca,
y al ver su imagen en ella,
tocar quiere con su pata.
Pero al romperse el espejo,
y no apreciar ya su cara,
corriendo sale asustado
por mover las claras aguas.
Va probando, con cuidado,
las hojas verdes de plantas
que se encuentra en la pradera,
y que empinándose alcanza.
Del feroz depredador
en la espesura se guarda,
y cuando llega el peligro
se mete entre la manada.
Rápido y veloz se muestra
en la carrera obligada,
cuando le persigue el lobo,
que antes que el ciervo se cansa.
Han pasado primaveras,
fuerte y lozano se halla,
ha vencido en las peleas,
ya es jefe de la manada.
martes, 13 de abril de 2010
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