Estamos asistiendo, en estos tiempos, a unos hechos que no nos tranquilizan nada a los ciudadanos. Una crisis galopante que ha provocado un paro de varios millones de compatriotas nuestros, con la consiguiente problemática para las familias que ven que los ingresos no son suficientes para cubrir las necesidades cotidianas, y por otra, la ineficacia de los gobernantes, que no han sabido, a su debido tiempo, estudiar una serie de medidas eficaces para salir de la crisis, en el menor tiempo posible.
Y la vieja estrategia, de distraer al pueblo con otros problemas de segundo orden, cuando existe un grandísimo problema que no se le está dando solución.
A veces, en la vida particular y también en la de los pueblos, tenemos que hacer punto y final y empezar de nuevo, olvidando lo pasado, que no nos lleva sino al resentimiento y a envenenar la vida de las futuras generaciones. Muchos de nuestros antepasados, de los dos bandos, sufrieron las injusticias e incluso la muerte por parte del bando contrario. Esto desgraciadamente fue así, no hubo víctimas y verdugos, no, todos fueron víctimas y verdugos a la vez.
Los políticos que llevaron a cabo la transición, supieron aprender de la historia, y sabiamente tomaron la decisión de borrón y cuenta nueva, y evitar que hechos como los ocurridos a partir del año 1931 se volvieran a repetir de nuevo. Todos cedieron por el bien de la nación, y así lo entendimos todos, no solo los españoles sino todo el mundo reconoció la sabiduría y generosidad de nuestra transición.
No podemos decir hoy lo mismo, el espíritu democrático, que conlleva una gran dosis de comprensión, generosidad y respeto con las leyes vigentes, se está deteriorando, porque los polí-ticos están olvidando las condiciones básicas de una auténtica democracia. Sólo persiguen el poder, al precio que sea. No hay objetividad ante los hechos, hemos caído en un subjetivismo aberrante. Un mismo hecho es bueno o malo según quien sea su autor, si pertenece a una ideología o a la contraria.
No es bueno el lamentable espectáculo que nos están dando estos días, unos y otros, presionando al poder judicial en uno u otro sentido. Esto en inconcebible en una democracia madura. En madurez democrática nos está pasando como con la enseñanza, que en lugar de avanzar vamos para atrás.
Convendría que muchos de los que nos gobiernan o están en la oposición repasaran o estudiaran la historia de España, primero para hablar con conocimiento de causa y de hechos y no decir tantos disparates como oímos todos los días, y segundo para no volver a cometer los mismos errores.
jueves, 15 de abril de 2010
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