jueves, 15 de abril de 2010

El torilejo

Cuando los años recuerdas
de tu vida ya madura,
hay etapas que revives
con nostalgia y con ternura.

La niñez tienes presente,
sus hechos nunca se borran,
tu vida tienes grabada
como cinta, en la memoria..

Recuerdo, con complacencia,
aquellos años lejanos,
nuestro campo, el Torilejo,
pues allí, alegres, jugábamos.

Las cercas de alrededor,
la llamada del beato
era campo de solaz,
para pasar un buen rato.

Al atardecer pasaban
las vacas, con sus cencerros,
y un becerro del Aciclos
nos metía el miedo en el cuerpo,

y corriendo nos montábamos
en la pared de la cerca
hasta que el toro," que sigue",
ya de nosotros se aleja.

Mas un día, todos atentos,
conteniendo la emoción,
vemos a Lázaro, el largo,
con el novillo en cuestión,

Le pone el pié en la cabeza,
lo humilla por la testuz,
desde entonces el becerro
ya no es bravo, a toda luz.

Recuerdo, siendo muy niño,
ver los toros que lidiaban
en la feria de septiembre,
que en el torilejo aguardan.

Otras veces, en verano,
por las tardes, que son largas,
a la cruz del torilejo
subíamos, de buena gana.

Cuando llegaba la noche,
pero después de cenar,
al escondite, los chicos
nos íbamos a jugar.

Torilejo fiel recuerdo
de mi infancia afortunada,
vivida con alegría
y también con esperanza.

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