A veces no se quien manda
si mi ser no está sereno.
¿La voz de mi inteligencia
o mis prontos sentimientos?
Son ramas de un mismo árbol
azotados por los vientos,
brotes que nacen distintos
en un mismo pensamiento.
Son arrasantes ciclones,
cargados de sufrimientos,
o dulces brisas que besan
con labios de terciopelo.
Son fuerzas que nos arrastran
sin, muchas veces, quererlo,
a decisiones tomadas
sin madurar, en el tiempo.
Otras veces son muy sabios,
intuyen, con todo acierto,
lo que debemos hacer
sin dilatar el consenso.
Sentimientos pendulares,
de los infiernos al cielo,
lo mismo vuelan muy alto,
que no levantan el vuelo.
Se disfrazan de querubes
o de demonios perversos,
derramando a manos llenas
bondades y sufrimientos.
Aurigas debemos ser
de estos corceles ligeros,
señalándole el camino
para llegar a buen puerto.
miércoles, 16 de junio de 2010
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