El político tiene en su subconsciente la idea y la apetencia de mandar sin trabas ni cortapisas de ningún género, siempre le acompaña el tufillo de una dictadura camuflada . Las constituciones de los diversos paises, marcan los límites, en muchos campos, de hasta donde puede llegar la independencia en el poder, del gobernante de turno, así la sociedad se defiende de la tentación totalitaria del que detenta el poder.
Hay políticos que no admiten freno ninguno, y tratan, por todos los medios, de hacerlos desaparecer y que nadie controle su forma de actuar. Asistimos, en estos tiempos, a una labor de zapa soterrana, unas veces, y otras, de un abierto ataque a nuestra constitución, en provecho, no del pueblo, sino de un grupo de políticos orgullosos e insolidarios.
La constitución es la columna vertebral del derecho democrático. Es muy peligroso ir propinándole bocados, que poco a poco la van debilitando y terminarán por acabar con ella.
Los padres de la constitución fueron muy generosos con los políticos nacionalistas, quizá por el temor de que se podrían tirar al campo o bien porque se pusieron un buen disfraz de demócratas, pero hoy la máscara de la democracia se la han quitado y están chantajeando a los gobiernos débiles, que necesitan su apoyo para mantenerse en el poder.
La constitución no es intocable, es obra humana, y con el transcurso del tiempo necesita ponerse al día, pero esta labor debe hacerse con el consentimiento de una gran mayoría y en benficio de todos, no por iniciativa de unos pocos y en su propio provecho.
No aprendemos de nuestra propia historia, no tan lejana en el tiempo. No olvidemos cómo han terminado los períodos democráticos vividos con anterioridad, siempre han fallado los políticos, que han impuesto sus intereses propios a los intereses de los ciudadanos, creando un clima en el que no era fácil vivir, poniéndole la ocasión propicia a los salvapatrias de turno.
No hay término medio, o una constitución fuerte, respetada por todos, donde solamente vivan fuera de ella los que no quieran acatarla, y, por tal razón, no deberían participar en las instituciones de nuestra vida política o nuestra democracia no se consolidará nunca.
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