domingo, 4 de julio de 2010

La muerte

Compañera que acompaña
los caminos emprendidos,
tú sabes cuando terminan
los años que habré vivido.

No te pinto con guadaña
ni esqueleto carcomido,
ni dama de disfraz negro
que me arrastra hacia el abismo.

Cuántas leyendas escritas,
cuántos poemas y libros
nos hablan de aquesta dama
que nadie quiere consigo.

El hombre se inventa vidas,
de las que tú eres camino,
porque no quieren que seas
su final ni su destino.

Pero el deseo no es creador,
puesto que nadie es testigo,
de los anhelos que ansían
terminar en paraísos.

Interrogante en tu frente
siempre llevas esculpido,
mis dudas tú no revelas
ni el final de mi destino.

Nunca sabemos, certeros,
tu encuentro, en nuestro camino,
pues el capricho es la norma
de encontrarte con los vivos.

No te fijas en la edad,
ni en nobles o peregrinos,
lo mismo llamas al niño
que al anciano precavido.

Nadie quiere tu visita,
sabiendo que es preceptivo
que a todos nos acompañes,
sea caballero o mendigo.



















































































































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