Al alba baja del monte,
oliendo a retama verde,
a la luz de las estrellas,
por la vereda de siempre.
Con su cántara cargada
en su cintura de mimbre,
camina la lecherita
en el frío de diciembre.
Con su carita de niña
pues no pasa de los trece,
deambula por la ciudad
a ver si su leche vende.
Pregona con su voz blanca,
cristalina, bella y dulce,
la leche de sus cabritas
que en la montaña producen.
Leche fresca,de mañana,
recién "sacá" de las ubres
reparte la lecherita
con su vasija de cobre.
A las calles donde pasa
las lugareñas acuden
a comprar la rica leche
que la niña distribuye.
Siempre la encuentran contenta,
su sonrisa casi cubre
el encanto de su cara
que la montaña bien nutre.
Si una viejita se acerca
sin dinero, porque es pobre,
la lecherita le fía
hasta que la pensión cobre.
De retorno a su cabaña,
antes que suenen las once,
los recentales que pacen
por el camino recoge.
martes, 5 de octubre de 2010
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