Nunca he sido partidario de que los dineros públicos, aquellos que todos los ciudadanos ponemos a disposición de nuestros gobernantes administradores, se empleen en otras cosas que no sean los servicios públicos, esa es la finalidad de los impuestos al ciudadano. El administrador no puede disponer de éstos como si fuera dueño y señor, sino que debe administrarlos de la forma más rentable y eficaz.
Ahora llegan las fiestas de Navidad, y muchas instituciones públicas invitan a sus funcionarios y trabajadores a una comida de convivencia, y me parece muy bien que se fomente el trato mútuo y el pasar un rato agradable con los compañeros de trabajo. Pero lo que ya no me parece bien, es que el coste de esta comida se pague con dinero público, lo justo y razonable es que cada comensal se pague su propio menú.
En mi larga vida de docente, al llegar estas fechas, siempre teníamos nuestra comida los profesores del centro correspondiente, nunca jamás se nos ocurrió pagar los gastos con dinero del colegio, cada uno aportaba la cantidad que le correspondía. Y supongo que así se sigue haciendo hoy día. ¿ Por qué en otros estamentos de la administración pública se permiten estas alegrías, con dinero ajeno?
Quiero ahondar un poco más, dadas las circunstancias adversas por las que pasamos. Consciente de que cada uno puede disponer libremente de lo que es suyo, invitaría a la empresa privada a que, mientras dure esta crisis, y haya tanto necesitado, destinara el dinero de estas fiestas a obras sociales, sobre todo a mantener los comedores que algunas O.N.G. tienen, y que se ven y se desean para poder atender. Sería una buena labor.
miércoles, 8 de diciembre de 2010
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