Hoy todo se magnifica y pondera sin sentido de la realidad. Las cosas se sobrevaloran, con la pretensión de vender, aunque se esté convencido de que lo que se intenta poner en el mercado no tiene calidad ninguna.
Siempre habrá algún simplón que caiga en la trampa, y negocio redondo.
Hay titulares de artículos periodísticos, que al leerlos, dices: aquí hay dinamita, voy a intentar leerlo sin saltarme una coma, y cuando vas leyendo, te das cuenta que aquello no es nada más que un titular vacío, para llamar la atención del lector, la pólvora está mojada, la lectura se desinfla como si fuera un globo, porque no tiene contenido alguno, en síntesis, es un engaño. Lo peor de esto es que la sociedad toma esta forma de actuar como si fuera normal, no le da importancia alguna.
Vivimos en la época de las apariencias, de la imagen, de lo superficial, de lo poco duradero. Se crean modas, mitos, personajes..... para sacarles su jugo y adiós amigo, que venga el siguiente.
Los valores, sean de la índole que sean, morales, artísticos, científicos......todos, al final, siempre convergen en la misma valoración, el dinero. Parece ser que hoy sólo se valora aquello que produce dinero.
Para los jóvenes tiene más valor el aspecto exterior y se preocupan más por cuidarlo, que adquirir una buena formación humana y profesional. Y esto tiene una explicación muy clara, lo que se valora y se cotiza en la sociedad de hoy es la belleza externa, las formas, la cáscara, el contenido es secundario.
Hoy no apreciamos la calidad de las cosas ni de las personas, estamos cayendo en un relativismo insustancial. Las ideas básicas tienen poca consistencia, lo que priva es la moda, y ésta por naturaleza es transitoria, poco duradera y efímera.
martes, 1 de febrero de 2011
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