Ya no camino entre sombras
pisando la tierra parda,
las hojas ya se han caído,
esperando la nevada.
Mariposas voladoras
con peciolos y sin alas
revolotean por el aire
sin libar néctar de plata.
Alfombra multicolor
fabricada por las ramas
cubre el camino que hago
al despuntar la mañana.
Los árboles se desvisten,
parece una cosa rara,
que al acercarse el invierno
dejen desnudas sus ramas.
Las sombras ya se han marchado,
se marcharon obligadas,
y ahora los rayos del sol,
con oro, la alfombra calan.
Todo el camino no es luz,
porque las araucarias
no dejan que sus acículas
arrebaten de sus ramas.
Verde y pardo es el camino,
silencioso, hasta que el alba
da la entrada a los gorjeos
de los pájaros que cantan.
Y cuando llega el invierno
ya las noches no son pardas,
han pintado mi sendero
los cirros, con nieve blanca.
Espejuelos diminutos,
la luna muestra encantada
su bella cara de alcoba
teñida con la luz clara.
Yo mi camino retomo
otra vez, cada mañana,
voy flotando por el aire
sin tocar su toga alba.
No quiero manchar de barro
esta blanquísima sábana
ni horadar con mis pisadas
su manto de seda blanca.
Quiero que sea mi camino
senda impoluta, sin macha,
para que siempre lo admire,
hasta el lucero del alba.
lunes, 30 de mayo de 2011
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