Hacía un poco de tiempo que no me recreaba en el Monte Verde de Los Realejos, mi pueblo de adopción, a la verdad que es una gozada pasear entre la laurisilva, contemplar sus arbustos, observar sus plantas, incluso degustar las deliciosas moras de zarza que se asoman a los estrechos senderos que ha ido formando el caminante. He hecho el propósito de visitar estos parajes con mayor frecuencia. Nuestros genes se muestran distendidos, satisfechos de volver a su habitat natural, recobrando por unas horas la libertad de vivir formando parte de la naturaleza de la que han sido privados y encarcelados entre cemento, ruidos y polución. Es una gozada pasear por estos senderos donde la vista descansa en el verdor de las plantas y el olfato se recrea con el aroma fresco de las esencias de la laurisilva y el espíritu siente una paz y sosesiego que te rejuvenece.
Invito a mis lectores, que viven en la isla, a acompañarme alguna vez, en este contacto con una naturaleza privilegiada, pasarán un buen rato. Aquí os dejo con una pequeña muestra de fotografías de este bellísimo paraje.
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