A mis ángeles bonitos
Sergio y Pablo.
Nadie me hace sentir
fuera de mis pensamientos
como la alegre cascada
de la risa de mis nietos.
Sus juegos llenos de vida,
sus palabras con gracejo
me secuestran, complacido,
y con ellos me recreo.
Solicitan mi atención
con ademanes y gestos,
y su lenguaje infantil
melodioso canto, siento.
Llenan la casa de ruido
en el fragor de sus juegos,
resonancias celestiales
que tocan ángeles buenos.
Sus manitas cariñosas
me acarician, y entre juegos,
sus frases van desgranando,
bálsamo de terciopelo.
Sus besos, flor de inocencia,
contagian, hasta el extremo
de sentir que te han besado
dos ángeles, en secreto.
No se alimentan de rosas
ni tampoco de romero,
son mariposas que liban
cariño, amor y contento.
Cuando les digo el adiós,
cuando yo a mi cada vuelvo,
sus caritas de coral
en mi pensamiento llevo.
Que me perdone el creador,
del grandioso firmamento,
por robarle dos luceros
de la cúpula del cielo.
miércoles, 29 de febrero de 2012
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