viernes, 20 de abril de 2012

Reajustar no es recortar.

Este dilema político, que soportamos en España, no ha cedido lo más mínimo ni en tiempos de crisis, como la actual, lo que nos dice bien a las claras que los políticos van descaradamente a lo suyo, y que el pueblo lo quieren para recabar impuestos y para que le dé el voto que los encumbre sobre el pedestal del poder.

Lo más lógico y justo sería que los dos grandes partidos se pusieran de acuerdo en tomar las medidas, unánimemente, para salir, cuanto antes, de esta situación tan grave, y si no, habría que hacer con ellos, lo que los antiguos romanos hacían con los cardenales, cuando moría el obispo de Roma y papa de la cristiandad, que los encerraban ( cum clave), y no les abrían la puerta hasta que no nombraran papa.

Como en este país, la objetividad hace tiempo que la borramos de nuestra vida política, y poco a poco la vamos también borrando de nuestra vida social, sustituyéndola por el interés particular o colectivo, vivimos en un ambiente de incredulidad, porque ya no sabemos cuándo nos dicen la verdad o cuándo nos quieren engañar. Ya no le hacemos caso a las palabras, las palabras van perdiendo su papel comunicativo y adquiriendo otros roles distintos.

Hoy se habla mucho de recortes presupuestarios, de recortes en prestaciones sociales.... Pero creo que no hay que confundir las cosas, una cosa son los recortes y otra muy distinta los ajustes. Los recortes son fruto de la crisis y de la falta de dinero. Los ajustes son producto de corregir las cosas mal hechas, los despilfarros, el exceso de personal en algunas áreas de la administración, el bajo rendimiento del trabajo.

Los ajustes hay que hacerlos siempre, en tiempo de vacas gordas y en tiempo de vacas flacas. No se puede estar tirando el dinero público. Hay que ajustar las malas planificaciones, hay que ajustar muchas cosas, aunque a los interesados no les guste. A un profesor de universidad que imparte 7 u 8 clases semanales, hay que exigirle mayor incremento horario en la docencia. Hay funcionarios administrativos de ayuntamientos y corporaciones que tienen mucho tiempo libre,  porque las labores que se les asignan no dan para más. Así podríamos seguir un análisis por todos los estamentos de la administración pública, y nos encontraríamos que hay un gran margen de ajuste en muchas secciones de esta. ¿Quién será el valiente justiciero que se atreva a meterle mano a este estado caótico de cosas?

Se ahorraría mucho dinero, que se podría emplear en otras cosas, si se llevaran a cabo todos los ajustes necesarios, comenzando por las señorías que nos gobiernan en el parlamento, y por suprimir la cámara alta que no tiene eficacia ninguna y que solamente sirve para darle un puesto bien remunerado a los políticos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario