lunes, 17 de septiembre de 2012

No hay peor ciego que el que no quiere ver

Un dia sí y otro también aparecen comentarios sobre los recortes que estamos sufriendo y los que quedan  por hacer. La izquierda le achaca todos los males a la derecha y ésta a la izquierda. Como a mi no me da de comer ni una ni otra, sino la pensión a la que me he hecho merecedor durante 46 años de trabajo, voy a tratar de comentar, como un ciudadano más, la realidad que me ha tocado vivir, procurando ver lo que tengo delante, sin vendas ideológicas que me distorsionen los colores de las cosas.

En primer lugar tengo que decir, que si yo hubiera sido Rajoy, no hubiera ganado las elecciones, y los que nos hundieron en esta hoya, se vieran obligados a sacarnos. Pero claro, me olvidaba de que yo no soy político,  éstos tienen por primer objetivo el poder, aunque éste venga acompañado de múltiples  aditamentos desagradables.

Los recortes no se están haciendo ahora, los recortes se hicieron cuando nos quedamos con unas arcas vacías y un endeudamiento irresponsable,  y cinco millones de parados. Esto no fue un recorte, esto fue coger la tarta económica del estado y perder, de golpe, una parte muy considerable. Aquí no fue posible usar unas tijeras, el corte era demasiado grande, hubo que usarse una gran hacha y bien afilada, el hacha de la incompetencia y de la irreponsabilidad. Ese es el gran recorte, que muchos de los que lo provocaron no quieren reconocer como fruto de su mal hacer. Pero no nos extraña, hoy la mentira es moneda corriente, se miente con una desfachatez que asombra. Con qué moral, qué cosas se me ocurren, aparecen los líderes de los que se llevaban y despilfarraban el dinero, sindicatos, políticos, tratando de darnos lecciones.

Ahora el Sr. Rajoy lo que está haciendo es tratar de repartir entre los ciudadanos e instituciones los números rojos heredados. Y claro, a nadie nos gusta ese color en nuestras cuentas. Entiendo que los afectados no den saltos de alegría, cuando ven disminuidos sus sueldos, pero si no hay para más, no queda otro remedio que esperar tiempos mejores.

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