Cuando había trabajo para la mayoría y el dinero corría en abundancia, se hacía la vista gorda sobre la corrupción, había dinero para todo, hasta para esa mala praxis, pero los tiempos han cambiado, y en tiempos de escasez hay que mirar hasta el último euro.
Hoy hay muchos políticos pendientes de juicio, acusados de prácticas corruptas, lo que sucede es que el aparato de la justicia, a diferencia del aparato político administrativo, es pequeño y sobre todo no tiene los medios materiales y humanos necesarios para que funcione con rapidez y eficacia.Las malas lenguas dicen que esto está hecho a propósito, para dilatar por años y años las causas pendientes.
Esta corrupción tiene una fuente de donde dimanan todas estas aguas negras indeseables, el poder sin control de los dirigentes. Alcaldes que más que servidores del pueblo, parecen reyezuelos de Taifas. En una democracia bien entendida, no puede haber nada ni nadie que no este regido por la ley.Para muchos políticos la democracia y la autonomía la confunden con hacer lo que quieran sin que nadie los controlen. Recaban, constantemente más competencias. Para ellos las competencias no son más servicios al pueblo, sino más poder incontrolado.
Uno de los mayores instrumentos, que los políticos han tenido en sus manos para llevar a cabo sus corruptelas, han sido las cajas de ahorros. Entraron en ellas como nuevos ricos, disponiendo de sus bienes como si fueran auténticos dueños. Pusieron al frente de ellas a personas ineptas, políticos o amigos de ellos, pero con la condición de que fueran flexibles con sus deseos. Manejaron sus fondos no con criterios financieros, sino políticos, y de esta forma llevaron a estas entidades a la bancarrota. De esto no se ha hablado mucho en la sociedad española, no le interesa a la casta política.
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