Quiero volver a la tierra,
a que sienta mis pisadas,
son caricias que le ofrezco
al levitar por la escarcha.
Su piel es de terciopelo,
cuando transito, descalza,
por el verdor de sus prados,
deleite siento en mis plantas.
La sombra de los abetos
pinta mi senda alargada,
verde camino me espera
hasta la fuente del agua.
Aquí no existe el reloj,
la vida yace parada,
la meditación me llena
de paz y sosiego el alma.
Ya no anhelo conseguir
riquezas, poder o fama,
la contemplación es oro,
ya no pienso en el mañana.
He vuelto a nacer de nuevo,
siempre es hoy en la montaña,
no hay pasado ni futuro,
todo es goce en la quebrada.
Ya no sueño cada noche
con lo que mucho me agrada,
lo estoy viviendo despierto
entre abedules y acacias.
No quiero volver al pueblo,
mi senda ya está sellada,
he borrado los caminos,
no quiero volver a casa.
miércoles, 28 de septiembre de 2016
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