Deja correr el arroyo,
que ha nacido en la montaña,
que salte entre laberintos,
y libre vierta su agua.
Pues él se abrirá camino
entre empinadas montañas,
y vencerá los obstáculos
que se opongan a su marcha.
Nadie podrá detenerlo,
y aunque le pongan murallas,
no lograrán que su vida
lleve una existencia en calma.
La vida corre a raudales,
le sale de las entrañas,
y la siembra en sus orillas
y en el seno de sus aguas.
Lucha si quieren cortar
su limpio cauce que mana,
nunca se da por vencido,
siempre gana la batalla.
Serpentea por los montes
entre lomas y cañadas,
rompiendo traza el camino
hasta llegar a su casa.
Allí le espera, grandioso,
un río de inmensas aguas,
que lo abraza, complacido,
al penetrar en su casa.
jueves, 18 de julio de 2019
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