martes, 2 de junio de 2009

No ocultemos nuestros sentimientos

Hemos recibido una educación en la que manifestar los sentimientos está mal visto, tiene un tinte de debilidad, de poca hombría. Ya hace bastantes años que empecé a pensar por mi mismo, a crearme mi propia mentalidad, a escribir en mi mente con colores contrastados y escogidos libremente, nada de imposiciones. Previamente tuve que hacer una labor de limpieza, eliminando conceptos, prácticas y costumbres, para dejar la plana limpia y poder escribir de nuevo.

Una de las cosas que borré en mi dosier mental, es el tema que hoy me ocupa. ¿ Por qué hemos de ocultar nuestros sentimientos, como si fuera inhonesto el manifestarlos?.- Creo que es un error y un empobrecimiento de las relaciones humanas. Los sentimientos están llenos de veracidad, de fuerza, de calor, de espontaneidad, le dan vida a la mente, la hacen más flexible y más humana. Al manifestar nuestros sentimientos, engendramos confianza y amistad en nuestro interlocutor, rompiendo barreras, que muchas veces se han ido formando por el desconocimiento mutuo.

Presuponemos muchas cosas en nuestras relaciones humanas, demasiadas, diría yo. Hay padres que como es natural, en la gran mayoría de los casos, quieren mucho a sus hijos, pero pocas veces se lo manifiestan. Pierden una gran ocasión de empatizar con ellos y de proporcionarles momentos de alegría, al sentirse queridos y que se lo manifiesten. El sentirse querido es una apetencia universal que serena los corazones y los llena de paz y tranquilidad. Todos lo deseamos, desde el más pequeño hasta el mayor.

Hay sentimientos de alegría y otros de tristeza, y es bueno manifestar unos y otros. Los primeros hacen que nuestro gozo se multiplique conforme lo vamos comunicando a otras personas, por el contrario los sentimientos de tristeza, parece que al comunicarlos, se van repartiendo y fraccionando, de modo que esa comunicación nos sirve de liberación y consuelo.
No ocultemos nuestros sentimientos.

1 comentario:

  1. Muy bonito Juan, me ha gustado mucho tu artículo, te doy toda la razón. Antonio

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