Los cielos se están poniendo
su abrigo de color pardo,
el sol se marcha a otra parte
las nubes lo están echando.
Recoge sus blancos rayos
de prisa y acongojado,
dejando su propio reino
a intrusas que lo han robado.
Pues no quiere que sus hijos
por nada sean dañados
por inmensas luminarias
y que terminen quemados.
Los cúmulos cierran puertas,
en el cielo ya no hay claros,
y volutas espirales
de algodón se están formando.
La obscuridad se apodera
de parte del firmamento,
la retirada del sol
acarrea vientos frescos.
Los manantiales celestes
sus puertas están abriendo,
las nubes sienten el frío
y lágrimas van vertiendo.
La tierra siente el frescor
de agradable refrigerio
y sus mil bocas se abren
agradecidas al cielo.
Las praderas reverdecen,
las flores mecen su talle,
savia nueva y abundante
se inyecta en el fértil valle.
Los arroyuelos retozan
bajando zigzagueantes,
se ha acabado su quietud,
y corren entre los montes.
Hasta el pobre y viejo río
se siente hoy complacido,
su caudal ha aumentado,
nueva vida ha recibido.
La naturaleza entera
la lluvia, alegre, celebra,
las plantas lavan sus hojas
y las raices la aceptan.
domingo, 13 de diciembre de 2009
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