No malgastes energías
ni pierdas ningún momento,
vive la vida día a día,
aprovechando tu tiempo.
No pretendas tú vivir
las edades a destiempo,
ser un niño en la vejez,
ni joven, siendo longevo.
Tienes que saber marcar
las etapas, con criterio,
y vivir, sin lamentar,
lo bueno de cada tiempo.
Todas las edades tienen
su encanto y merecimiento,
y hay que saber descubrir
cómo vivir con acierto.
La niñez es inocente,
su vivencia es el juego,
no proyecta compromisos
que tenga que cumplir luego.
La juventud, inestable,
cambiante, siempre en ascenso,
variante en sus acciones,
insegura en sus criterios.
La madurez se distingue
por estar el cesto lleno,
y dadivosa reparte
los frutos que lleva dentro.
Adornado de sapiencia,
sin orgullo ni aspavientos,
con la experiencia adquirida,
vive tranquilo el abuelo.
No sirven lamentaciones
de aconteceres pretéritos,
siempre la vida nos da
presentes y no recuerdos.
martes, 17 de agosto de 2010
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