Adiós, con muchos matices,
pronunciamos cada día,
a veces de indiferencia,
otras de melancolía.
Hay adióses muy alegres,
si el que marcha pronostica
conseguir con el viaje
metas que se proponía.
Otras veces el adiós
nos deja el alma vacía,
si el que marcha es el amor
que pone fin a su vida.
Pero también hay adióses
que nos liberan, albricias,
de pesados personajes
que nos quitan la alegría.
Corteses otros adióses,
saludos de cada día
a las personas que encuentras
caminando por la vía.
También decimos adiós,
con un poco de malicia,
a los que han pretendido
complicarnos nuestra vida.
Adióses muy placenteros
prodigamos con caricias,
a nuestros seres queridos
esperando su venida.
Adiós queremos decir
a cuánto nos perjudica,
y que no vuelva a nosotros
mientras dure nuestra vida.
Pero el adiós mañanero
al amigo que camina,
que se cruza con nosotros
éste es adiós de alegría.
sábado, 5 de marzo de 2011
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