No soy ave que se quede
para siempre en el alero,
habiendo torres más altas
que están más cerca del cielo,
y secoyas gigantescas
de brazos largos, inmensos,
que se bañan con las nubes
y se secan con los vientos.
No quieras que haga mi nido
para siempre en el barbecho,
habiendo pinos frondosos
donde criar mis polluelos,
sin nocturnos predadores
que se arrastran por los suelos
en cuanto que el sol se oculta
y la luna crea su reino.
Y cuando llegan los fríos,
que nos trae el crudo invierno,
levanto mis fuertes alas
para atravesar los cielos,
y emigrar donde la Tierra
no tiene ropas de invierno
porque el sol tiende su manto
con sus cálidos reflejos.
Yo me salto las fronteras
que el hombre traza, soberbio,
y retenerme pretende
sin que remonte mi vuelo.
Mi vida está en las alturas,
desde allí miro a los pueblos,
sin trabas ni ligaduras
voy volando por los cielos.
domingo, 6 de marzo de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario