miércoles, 10 de agosto de 2011

El pastor de antaño

No tiene vida el pastor
su vida son las ovejas,
no tiene días ni noches,
su tiempo todo lo entrega

a cuidar de su rebaño
que pacen en las dehesas,
vigilando  a los corderos
para que no se le pierdan.

Busca pastos generosos
y agua, con la que abreva,
por las mañanas temprano,
a su piara de ovejas.

Vigilante con sus perros
si el feroz lobo se acerca
para matar el ganado,
con su fuerte voz lo ahuyenta.

No tiene un sueño profundo,
solamente  duerme  y vela,
no tiene tranquilidad
ni descanso en esta gesta.

Cambia el corral donde duermen
por la noche las ovejas,
buscando sitios más limpios
y abona también la tierra.

Cuando empiezan los calores,
al final de primavera,
manda a esquilar su rebaño
antes que el verano venga.

Muy frugal es su alimento,
leche y el queso que crea
con sus manos de artesano,
al llegar la primavera.

Nunca tiene vacaciones
ni siquiera por la feria,
su casa es la majada,
la diversión, sus ovejas.

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