No cierres las ventanas de tus ojos
que las tinieblas inundarán mi alma,
contemplando tus luceros con calma,
se tranquilizan todos mis enojos.
Tus ojos, bellos zafiros radiantes
difuminan mis penas y pesares,
todo es luz, estrellas de colores
que brillan en tu rostro rutilantes
Miradas que arrebolan y enternecen,
que olvidan las vivencias trasnochadas,
y crean horizontes que amanecen.
Duerme con tus luceros encendidos,
nunca soportaré no verme en ellos,
mis mágicos espejos conseguidos.
jueves, 30 de septiembre de 2010
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