jueves, 30 de septiembre de 2010

Adios a una amiga

No quiero que rasgue el dolor mi pecho
porque adiós te diga con gran sentimiento,
no es la tristeza, sí gratos recuerdos
los que de ti guardo para mis adentros.

No quiero empañar con mi triste llanto
tu historia cargada con mil hechos buenos,
sino valorar, con saber profundo,
tu amistad valiosa, que tanto yo aprecio.

Has cumplido tu grata misión, con acierto,
llegaste a la meta, sin perder el tiempo,
dejando vergeles sembrados, que crecen,
y que continúan tu quehacer postrero.

No dejaste lagunas vacías para llenar luego,
ni buenos propósitos, mirando a los cielos,
llenaste tu vida sencilla, de dulces amores
que donaste, alegre, a los que quisieron.

Vacío dejarás en nosotros, los que te queremos,
sentiremos tu ausencia de madre, de amiga,
pero complacidos de haber compartido
tu vida irradiante de paz, que el dolor mitiga

Amistad y alegría ofreciste a raudales
en todos tus días, en todos los tiempos,
porque la tristeza no es don de los ángeles,
y tu vida entera, fue de un ángel bueno.

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